El nacimiento que divide la historia en antes y después

Por: Padre Enerio Vásquez

Sacerdote Diocesis Padre Montesinos

Durante siglos la Iglesia Católica celebra el adviento, un tiempo especial en sus prácticas litúrgicas. Cuatro semanas en las que se dedica gran devoción a la venida del Señor, las primeras dos semanas nos invitan a reflexionar sobre la segunda venida de Jesús al final de los tiempos. Las dos últimas semanas nos mueven a esperar con alegría el nacimiento del Jesús histórico. Es la Navidad la llegada de nuestro liberador, el Emanuel, “Díos con nosotros”.

Dicen que cuando nació, constelaciones de estrellas se movieron en el cielo, que su resplandor iluminó la tierra.Dicen que los humildes, los campesinos, y los pastores reconocieron estas señales.Dicen qué los príncipes y poderosos no se enteraron.Nos cuentan, que su nacimiento ocurrió en diciembre, algunos dicen que fue en primavera. ¿Qué importa? Lo que importa es que nació entre nosotros, dicen que era natural de Nazareth y tuvo que ser así, aún lo llaman nazareno.

En Nazareth proclamó su misión asumiendo lo que dijera siglos antes de él, Isaías: “el Espíritu está sobre mí porque me ha ungido, me ha enviado para traer buenas nuevas a los pobres, sanar a los afligidos, liberar a los cautivos y proclamar un tiempo de gracias de Díos, aquellos que están de duelo recibirán alabanza, alegría, en lugar de tristeza y desaliento”.

Esto es lo especial de este tiempo, la esperanza de nuestra liberación proclamada por Jesús, la inclusion de los pobres en el reparto de los bienes de la tierra porque Dios quiere hacer oír su voz.

En ese contexto entiendo la fuerza y vigencia que aún tiene el sermón de adviento de los dominicos pronunciado por Fray Anton de Montesinos, el cuarto domingo de adviento de mil quinientos onces en la Iglesia de los dominicos en La Española.

Con las autoridades de la Colonia como auditorios, (súbditos de la Corona). Frente a las infamias e injusticias, y la esclavitud a la que sometían a los indios, los dominicos levantan su voz profética, en su condición de emisario de su misión evangélica, denunciando los atropellos de los conquistadores contra los nativos diciendo.

“Decí, ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes, que estaban en sus tierras mansas y pacificas, dónde, tan infinitas de ellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido?¿Cómo lo tenéis tan opresos y fatigados sin darles de comer, ni curarlos en sus enfermedades en qué, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matais, por sacar y adquirir oro cada día?¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine y conozcan a Dios y criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?¿Éstos no son hombres?¿No tienen almas racionales?¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos?¿Ésto no entendéis?¿Ésto no sentís?¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueños tan letargicos dormidos”?

Considerado la primera voz que se levanta en América en defensa de los derechos humanos, no tiene desperdicios y sigue siendo válido hoy frente a tantas guerras sin sentidos, injusticias y explotación del hombre por el hombre.

Quienes tengan intención de asumir la misión de Jesús de proclamar la buena noticia a los pobres, deben saber, que ésto, tiene consecuencias, para los dominicos las tuvo, la reacción de las autoridades españolas fue inmediata, regresar a España a estos clérigos irrespetuosos que fueron traídos para hablar de Dios, de sumision y obediencia a éste y a sus representantes aquí en la tierra y optaron por meterse en política.

Mientras tanto, que la alegría colectiva, del nacimiento que dividió la historia en un antes y un después de Cristo inunde vuestros corazones y se contagie a todos los habitantes de la tierra.